Parte 1: Infertilidad, promesa y pérdida: Adorando mientras esperas.
- Glamaris Pérez y Wilfredo Rodríguez
- Aug 11, 2018
- 5 min read
Updated: Oct 19, 2020

Nos conocimos en la iglesia. "Soy hija de pastor, siempre me ha gustado adorar a través del cántico". Wilfredo, quien ya le servía al Señor, comenzó a asistir a la iglesia que mis padres pastoreaban. Wilfredo dice: “Para mí fue amor a primera vista”. Yo tenía novio, así que, Wilfredo se mantuvo sin hacer acercamientos, pero ayudaba a mis papás, en diferentes tareas como: lavar los carros y diferentes arreglos menores en la casa. En ese momento no sabía de su interés, hasta que mi relación terminó y mi mamá me dice: “¿No te has dado cuenta de que Wil está interesado en ti?”. Ahí sí me fijé, así surgió el amor. Mi relación no fue miel sobre hojuelas, ya que él era mayor que yo por 12 años, era divorciado y tenía un hijo. Mi papá era quien más reservas mostraba. Con los años se dio cuenta que la decisión de casarnos fue la mejor. Todo sucedió en un año, nos hicimos novios en enero, nos comprometimos en mayo y nos casamos en diciembre del mismo año. Hemos sido muy felices.
Cuando me casé sabía que tenía problemas, pero no sabía cuáles, porque nunca había ido a un médico para que me tratara. Solo sabía que, en ocasiones, menstruaba semanal, y en otras no llegaba por 6 meses. Mientras era joven celebraba la falta de menstruación porque no tenía idea de lo que significaría en mi futuro. Una vez casada, comienzo a asistir al ginecólogo y me recetaron pastillas anticonceptivas para regularme. Me provocaron ansiedad, retención de líquido, malestar generalizado y dolores. Me las cambiaron en varias ocasiones y todas me provocaban efectos secundarios, así que las dejé. Ese primer año fue bien complicado. Te casas para disfrutar de tu relación, no para estar en médicos y sintiéndote mal todo el tiempo. Lo que no teníamos idea era de que nuestra travesía apenas comenzaba. Pasaron 2 años y comencé a preocuparme porque no me embarazaba. Ya me habían recetado Clomid, para estimular la ovulación, hicimos pruebas en la oficina médica, de contaje y seguí todas las instrucciones, para ver si lográbamos un embarazo y nada. Decidí cambiar de ginecólogo y éste me ordenó una laparoscopía. Los resultados indicaron que padecía de hipotiroidismo y en la laparoscopía descubrieron que padecía de ovarios poliquísticos. Por fin toda esa tormenta de síntomas tenía nombre. En ese momento no le di mucha importancia, al diagnóstico, porque dije: “Soy joven y todavía tengo muchos años para intentar tener hijos, y tengo fe de que Dios me va a ayudar”.
"Cuando llegas a los 30 años y 10 de casada realmente comienzas a preocuparte de que no tendrás hijos". Son muchas las emociones que se viven en estos procesos de espera. Muchas personas me sugirieron adoptar. Mencionamos el tema, pero deseaba parir. Algo que recordé en esa espera es que, desde los 12 años, siempre que oraban por mí, me ungían el vientre. Cuando llegaba el temor de que me iba a quedar sin hijos recordaba esos momentos y pensaba que Dios podía hacer un milagro.
¡Tuve que enfrentar tantas preguntas de la gente!. Había momentos en los que no quería escuchar esos comentarios indiscretos. ¡Fue bien difícil! no paraba de orar.Como sufría mi corazón cada vez que tenía que cantar en la presentación de un bebé, lo hacía de corazón, pero me recordaba lo que no podía alcanzar y mi corazón se sentía destrozado. Cada vez que sabía que alguien cercano iba a tener un bebé, era como echarle alcohol a mi maternidad herida. Acordarme de mi impotencia, frustración mi debilidad.
Wilfredo: Nunca le dije como me sentía para no hacerla sentir mal. Ella lloraba y lloraba y lloraba, por un bebé, todas las noches. Era el momento en que se desahogaba. Me sentía triste y le preguntaba a Dios porque estábamos pasando por eso. Me dolía verla sufriendo por la esterilidad, su ansiedad, su desesperación. Buscaba en que entretenerse para descargar sus emociones. En ocasiones se preguntaba si yo también quería un hijo. Al principio sentía que con mi hijo era suficiente, pero con los años añoraba un hijo con ella.
Un día vino, a la iglesia, una predicadora de Colombia. Nos pidió que la miráramos y nos dijo que Dios nos iba a dar descendencia y que nuestro hijo o hija se llamaría, "proféticamente" hijo señal de fe porque derribaría muros de incredulidad. Pegamos la profecía en la puerta para recordarlo.
Después de la palabra profética pasaron muchos años más. Algunas personas sabían de mi condición, pero no de la batalla que se batía en mi interior, todo quedaba entre mi esposo y yo. Llegó el momento que no se hablaba del tema por lo doloroso que era para mí. En un punto mis oraciones empezaron a cambiar. “Señor tu eres soberano, tú sabes mi futuro, lo que me conviene y lo que no. A veces me siento con miedo de estar pidiendo algo que por mi insistencia me lo des, pero sea algo que no pueda manejar. Yo quiero hacer tu voluntad, quiero ser obediente, serte fiel y servirte. Si me das un hijo te voy a alabar si no, te voy a servir igual”. “Adorar en tu proceso, se convierte en llanto y ministra a tu corazón. Cada vez que cantaba Dios ministraba a la congregación y a mí”.
Tuve un periodo de crisis de salud fuerte. Comencé a comer saludable para mejorar. Una noche comencé con un dolor bien fuerte, eran como retortijones intensos. En la Sala de Emergencia me hicieron análisis. El médico regresa, con los resultados, me dice este es tu dolor: 6 semanas de embarazo, estaba recibiendo la noticia tan esperada, por 17 años, y a la vez enterándome que estaba abortado. ¡No sabía cómo manejar esta noticia! Decidieron hacerme un raspe. Mientras esperaba estaba, al lado una mujer acababa de dar a luz, con su bebé. Al otro lado escuchaba a una mujer en su proceso de parir, hasta que escuché el llanto del bebé. ¡Que difícil! Las personas me escribían palabras de aliento y mientras más leía más lloraba. Pensaba que, después de tantos años, era mi primer bebé la esperanza del sueño roto por el bebé que tanto había orado. Pensaba: quizás no podré embarazarme otra vez, esta es mi única oportunidad. No hay palabras para describir lo que se siente. Es como si te arrancaran una parte de ti. En estos momentos es que tu fe se tambalea porque recuerdas la palabra recibida y lo que vives es totalmente contrario. No es fácil.
Will: Después de este proceso, la veía con otro ánimo yo sabía que pronto íbamos a tener hijos.
Continuará…
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