Infertilidad/esterilidad: Ya no me defines

Desde que tengo memoria me acompañas a todos lados. Aun sin saberlo, estabas ahí, llegaste sin aviso ni invitación. Estabas ahí cuando tenía que irme de la escuela en sexto grado y cuando no podía salir por los dolores que me mantenían en la cama. También estabas cuando me deshidrataba, cuando lloraba y cuando el dolor tan intenso me hacía perder las fuerzas por completo. Fuiste mi compañera más fiel en el momento en que decidí comenzar una familia y a pesar de tantos intentos, no lo logré. Me acompañaste a todas las citas médicas, los estudios, los tratamientos, los efectos secundarios. Estuviste presente en cada frustración, en cada llanto, en cada desilusión cuando nada funcionó. Eras la primera en la fila el día que el doctor dijo: “son tus hormonas”; o el día que dijo: “no hay nada que hacer”; y pronunció las palabras que a toda mujer le aterran: “Histerectomía”. Ahora que lo pienso, has estado presente siempre. En las preguntas de la gente, en el repetitivo: ¿qué esperas para tener hijos? O el famoso: "no has enfrentado nada todavía"; como diciendo que no sabes nada si no llegas a ser madre. Siempre has sido parte de mis historias y mis preguntas. En un momento dado fuiste la dueña de mis noches, de mis planes, de mis desvelos, de mi desilusión, de mis miedos. Eras quien guiaba mis conversaciones y mi coraje con la vida porque no podía recibir lo que tanto anhelaba.

Hasta que llegó un día en el que dije: “¡No más! No voy a permitir que controles más mi vida, mis emociones o mis relaciones. ¡No te permito que me definas!”

No soy la estéril, la que no puede tener hijos, la incompleta, la que va a morir sola, la digna de pena.

Soy mujer, soy valiente, soy emprendedora, luchadora, incansable. ¡Soy guerrera! Tengo cicatrices, sí, pero solo son recordatorios del camino recorrido y avanzado. Me recuerdan que soy humana, me sensibilizan del dolor de otros, pero nunca me estancan o paralizan. Estoy completa, tengo un futuro brillante al que aspiro con entrega. Sueño con que todo lo que Dios ideó para mí se materialice. Ya no te permito que dirijas mis pensamientos o mis conversaciones. Tengo mucho para dar, mucho que aprender de cada interacción, de cada encuentro y los aprovecho para sacar el máximo de cada día. La minimización no me limita, al contrario, me hace ser aún más empática y tener cuidado con lo que digo o hago. Ya no controlas mis noches, pues he decidido pasarlas en amor, en conexión y no en desvelos o conteos. El día que es en el calendario no lo determina mi ovulación, lo determina qué proyecto tengo hoy, qué rumbo lleva mi vida, porque a fin de cuentas, hace mucho tiempo que no me defines. Me define Dios, solo Él decide quién soy y a donde voy, sólo Él.