Infertilidad/Esterilidad: Un porvenir lleno de esperanza
- Migdalia Maysonet Ruíz
- Jan 5, 2019
- 4 min read
Updated: Oct 19, 2020

Porque yo sé bien los proyectos que tengo sobre vosotros- dice el Señor-, proyectos de prosperidad y no de desgracia, de daros un porvenir lleno de esperanza. Jer. 29: 11.
Meditando en esta Palabra, solamente saber (pensamientos) que los planes y proyectos que el Señor tiene para mí son de prosperidad, no de mal, enfermedad, tristeza ni aflicción, definitivamente llena mi corazón de esperanza. Pero no tan solo eso, quiere darme un futuro LLENO de esperanza!!! ¿Cómo podemos tener un futuro lleno de Esperanza? Creyendo que todo lo que Dios tiene para mí es Bueno, así que sólo puedo esperar cosas buenas. ¿Cuántas cosas buenas pueden suceder? Ahí es donde entra en el juego, la expectativa. Vivir a la expectativa de las cosas buenas que Dios tiene para mí, vivir creyendo que las recibiré.
¿No te parece maravilloso? Te invito a repetir este verso hasta que se vuelva una verdad en tu corazón. Colócalo en un lugar visible y repítelo cada vez que tengas oportunidad. Verás cómo con la repetición constante, además de comprenderlo mejor, pasará de tu mente a tu corazón.
Me gustaría compartirte mi experiencia. Cuando era más joven, pensaba que era capaz de lograr todo lo que me propusiera. Tenía ciertas capacidades y además, podía esforzarme lo suficiente cuando fuera necesario. No obstante, en un momento dado confronté serias dificultades para alcanzar algunas metas y objetivos. Todo a mi alrededor parecía que no estaba funcionando.
Conforme pasaban los años y mi diagnóstico iba empeorando, no veía la posibilidad de tener un compañero de vida ni de formar una familia como la había soñado. Mis ilusiones se fueron desinflando hasta el punto que mi esperanza quedó derrotada. Llegué a pensar: “nunca voy a tener nada de lo quiero”. Todas las circunstancias en mi vida parecían validar aquella Gran Mentira, al punto que en ocasiones la verbalicé. Tanto me la creí, que levantó muros que ocultaban los anhelos que Dios había depositado en mi corazón desde la eternidad.
El significado bíblico de esperanza es anhelo o deseo de algo, acompañado con la expectativa o confianza de su cumplimiento o realización. Sabemos que la Fe es como aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se pueden ver. Heb. 11: 1 Imagina por un momento vivir aferrado a lo que esperas, con la seguridad de que aunque no lo estás viendo, lo recibirás, ¡es extraordinario!
Sin embargo, sabiendo todo esto, yo había dejado de esperar. De hecho, ya no esperaba nada. En medio de todo este torbellino interno, me encontraba redoblando esfuerzos para alcanzar otra meta. En medio de un gran temor, en ese momento buscando consuelo, el Señor me concedió la gracia de escuchar el testimonio de la Hna. Glenda, una salmista, que afirmaba: “El Señor te hace desear lo que Él mismo te quiere regalar”. Esas palabras inquietaron mi corazón a tal punto que han pasado varios años desde que las escuché y todavía resuenan en mi interior.
Luego de varios momentos de intimidad con el Señor, pude darme cuenta de que esos anhelos Dios los había puesto en mi corazón y si Él los había puesto en mi corazón, Él quería dármelos. Así que yo podía empezar a creer y a confiar en que Él podía darme todo eso no importando lo que mis ojos vieran, ya fuera un diagnóstico, las circunstancias que me dicen que no va a ser posible. Dios no depende de un diagnóstico ni de mis circunstancias ni de lo que suceda a mi alrededor. Cuando comprendí en mi corazón que Dios es más grande que todo, volvió la esperanza y la expectativa de lo que Dios quiere darme y de lo que yo puedo recibir.
¿Nunca te has preguntado por qué es más fácil dudar, sentir tristeza y desesperar que tener confianza, esperar y tener paz en el corazón?
¿Por qué perdemos la esperanza? ¿Hemos dejado de creer que Dios tiene planes y proyectos de bien para nosotros?
Pidiendo al Espíritu Santo que ilumine tu corazón, identifica qué te hizo perder la esperanza en lo que Dios depositó en tu corazón. Recuerda: todo lo que habla contra la Palabra de Dios es Mentira.
¿Qué mentiras has creído? que Dios no quiere darte lo que anhelas; que el diagnóstico es definitivo; que la situación económica adversa no va a mejorar; que no vas a poder lograr una meta académica o profesional porque el camino se ha tornado demasiado difícil y debes darte por vencida o por vencido; que nadie se va fijar en ti y no vas poder formar una familia; que nunca vas tener la familia que anhelabas.
¿Conoces los planes/proyectos que Dios tiene para ti? ¿Alguien te ha dado una palabra de parte del Señor? ¿Has recibido alguna moción del Espíritu Santo en un momento de oración? Pídele al Espíritu Santo que te ayude a recordarlos, escríbelos, retómalos, decide esperar en ellos, decide vivir con la esperanza, a la expectativa de lo que vas a recibir.
Te reto a que de hoy en adelante vuelvas a esperar, retomes esos planes de bien que Dios tiene para tí, estés a la expectativa de lo que vas a recibir. Si Dios lo dijo, él lo hará, sólo hay que esperar. Recuerda que NADA es imposible para el que cree y NADA es imposible para Dios. ¿Crees esta Verdad en tu corazón? Una cosa es saberlo de memoria, entenderlo en el pensamiento, y otra muy diferente es que lo repitas tantas veces, que de la mente baje al corazón porque lo has creído y se ha vuelto una verdad absoluta para tu VIDA.
¿Qué hacer ante la duda y el desánimo?
Reafirmarte en que Dios quiere darte lo que te prometió y rechazar todo pensamiento que diga que no lo vas a recibir, que no va a ocurrir, que quizás fue una equivocación. Te invito a que en un acto de Fe, digas al Señor: “Yo creo que tú has depositado estos anhelos en mi corazón porque quieres dármelos. Yo confío en que tus tiempos son perfectos. Mi esperanza estaba herida de muerte, pero hoy ha sido restaurada en Cristo Jesús. En adelante me comprometo a vivir en Esperanza y a la expectativa del porvenir lleno de esperanza que quieres darme y que voy a recibir. Amén.”
Repite en voz alta: “ya la desesperanza no tiene poder sobre mí, hoy decido creer y vivir en esperanza, a la expectativa de los planes de bien que Dios tiene para mí. “¡Aleluya!”
Termino con el último verso de la oración Señor de la Victoria: “En tí, nuestra esperanza, se salva del desastre, cumplida en Plenitud”. Larrañaga, I. (2015). Encuentro. Pp 26-27.
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