Infertilidad/pérdida: Con todo yo me alegraré
- Rebeca Martínez Fernández
- Apr 9, 2019
- 4 min read
Updated: Oct 19, 2020

Los estudios revelan que en momentos de tensión buscamos en nuestro interior lo que hemos aprendido para encontrar herramientas para el manejo de situaciones difíciles. Allí encontramos todo lo que sabemos de Dios, nuestra resiliencia y aprendizaje y decidimos si vemos a Dios obrando a favor o en contra nuestra. En la mayoría de las ocasiones que no entendemos, tendemos de presumir que Dios está actuando en nuestra contra y comenzamos a reclamar por qué nos ha abandonado, por qué no avanza o no responde como esperamos. Le adjudicamos intenciones malvadas para nosotros. Habacuc no fue la excepción. En este libro podemos ver una conducta típica de nuestra humanidad, en situaciones que no encontramos qué hacer nos fijamos en nuestras circunstancias, en nuestra imposibilidad y esto nos abruma. La desesperanza toca a la puerta, el desánimo se apodera, la tristeza es la única alternativa aparente. Habacuc tiene una conversación con Dios y le reclama el por qué ha permitido que todo ese dolor y devastación suceda en su pueblo. ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? (Hab. 1:1)
¿La contestación de Dios?
Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor
Dios le contesta a Habacuc lo que sucederá en el futuro: una profecía. Las profecías son palabras que nos consuelan, nos animan y los dan la dirección que debemos seguir. Cuando estamos atravesando un momento de dificultad, llega la Palabra de Dios y nos imparte lo que sucederá y esto activa en nosotros la búsqueda de esa Palabra que hemos recibido. Nos revela el carácter de Dios y el plan que tiene provisto para nuestra situación. Nos llena de esperanza, nos animan a seguir. Por otro lado, siempre tenemos su palabra escrita para lo que enfrentamos día a día. Sea un percance de la vida cotidiana o una pérdida irremplazable, Dios tiene provisión para ti a través de su Palabra escrita y hablada. Búscala, recíbela y créela.
Inmediatamente algo cambió dentro de Habacuc y comienza un cántico que menciona las grandezas de Dios y recuerda lo que ya Dios hizo y que es capaz de hacer nuevamente. Su enfoque cambió totalmente de sus circunstancias al poder ilimitado de Dios. En este tiempo el sustento principal de estas personas era el ganado y lo que producían las plantas. Su confianza se fortaleció de tal manera que comienza a decir: "Aunque ninguna de las plantas quiera dar fruto y los ganados no se multipliquen, ni den leche. Aunque todo se vuelva estéril. Las cosas cambien repentinamente y no funcionen como corresponde. Yo me voy a alegrar en el Dios de mi Salvación".
Este es el panorama que presenta el profeta en este momento: Una crisis económica total. Es como si todo se volcara patas para arriba sin razón aparente. ¿Te parece conocido? Todo lo que has sembrado con tanto esfuerzo y lo que has cuidado día y noche te defrauda, te desilusiona. No había esperanza de recuperarlo a corto plazo porque en estos lugares tenían que sembrar y esperar al tiempo de cosecha, comprar ganado no era algo que se pudiera hacer en un día. Nuestro pensamiento inmediato sería: “pero si hice todo lo que debía hacer, ¿por qué me está sucediendo esto?" Este era un buen momento para que él preguntara por qué y llorara por su situación tan grave. Sin embargo, llama mucho mi atención su expresión recogida en los siguientes versos:
18 aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!
Si interpretamos esto en nuestro lenguaje, el profeta está diciendo, no tengo qué comer, no tengo dinero, pero aun así me alegraré en Dios. ¿Cómo es esto posible? Cuántas veces me he preguntado esto. Cómo, en medio de las más terribles enfermedades, de las pérdidas más complicadas, hay personas que pueden decir: Aun así, me alegro en Dios. No solo lo expresan, sino que lo viven día a día. La contestación se encuentra en los siguientes versos:
Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.
Esta expresión sale de una boca que conoce a Dios y conoce su carácter. Que puede ver lo complicado de las circunstancias y aun así tener la certeza de que Dios está en medio de la situación obrando de alguna manera.
Las alturas son lugares difíciles, momentos complicados y hasta peligrosos en los que, si nos dejamos llevar por nuestra perspectiva, podríamos caer y hacernos daño: morir es una posibilidad real. Si vemos las ciervas y las cabras monteses suben por lugares incómodos y altos, que a nuestra vista sería imposible caminar en ellos. Simplemente no podemos porque no nos crearon para estar allí. Aun así dice hace mis pies como... significa que nos prepara para andar caminos que para otros sería imposible transitar. Es capaz de convertirnos en lo que haga falta y darnos las herramientas que necesitamos para lo que estamos enfrentando. Si estamos enfrentando situaciones extremas somos preparados para poder llegar a nuestro destino. Solo que de una forma diferente a la que otros lo logran, unos cambian y toman atajos, nosotros somos preparados para ser todo terreno (jajaja). Por otro lado, esto nos deja claro que no existe una situación tan complicada que podamos enfrentar para la que Dios no haya hecho provisión antes de que la enfrentemos. Muchas veces oramos y nos desesperamos porque no vemos que la tormenta cede. Perdemos de perspectiva que Dios nos está dando pies de ciervas en medio de las alturas que estamos enfrentando. ¡Que maravilloso!
Hoy ten muy claro: A Dios nada lo toma por sorpresa, ya Dios hizo provisión en ti para lo que estás enfrentando hoy y tiene una respuesta. Quizás no la has recibido aun, pero el Dios que prometió, SIEMPRE cumple sus promesas.
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