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Infertilidad/Esterilidad: Lo que enfrentamos los que padecemos de infertilidad

  • Yara Mar Bruno Márquez
  • Apr 25, 2019
  • 3 min read

Updated: Oct 19, 2020




Llevo 8 años de casada con un hombre excelente. Cuando cumplimos 2 años de casados comenzamos la búsqueda de bebés. Trabajaba en una panadería y el ajoro, los malos tratos, la falta de descanso, provocaron un alto nivel de stress y esto alteró todo mi sistema. Mi regla comenzó a faltar hasta por 8 meses. Teníamos un plan médico del trabajo de mi esposo y el costo era demasiado alto. Ese dinero nos hacía mucha falta, decidimos no pagar más por algo que no cubría gastos médicos básicos. Continuaron pasando los años y no teníamos plan médico ni bebé. Dios nos ha hablado que seremos padres, esperamos que eso se cumpla, pero el proceso de esperar es tan doloroso. A esta fecha no tenemos un diagnóstico de la razón de la infertilidad.

En diciembre pasado comencé a experimentar “TODOS” los síntomas de un embarazo clásicos: mareos, náuseas, dolores de cabeza etc. El 14 de diciembre 2018 decidí hacerme una prueba de embarazo cuantitativa, ya que había tenido una menstruación normal y todos los meses. El 17 de diciembre me entregaron los resultados de la prueba ese era el día de mi cumpleaños. Muy emocionada fui a ver los resultados llevando 2 sacos, el del resultado negativo y el del positivo. El resultado era negativo, tan negativo que la cantidad de hormonas de embarazo normal debe ser de 1.000 y a mí me salió 0.001. ¡Fue duro, durísimo! Lo hice sin decirle nada a mi esposo para que no se ilusionara. Al cabo de 1 semana se lo dije. Aún puedo revivir ese momento cuando me monté en el carro y lloré como si se me fuera a reventar la garganta, como si me hubieran arrebatado del alma algo que nunca tuve. Es triste que los altos costos de oficinas ginecológicas, especializadas en infertilidad, me han hecho imposible hacer una consulta y por lo menos tener un diagnóstico.

A veces extraño a los hijos que ni han sido concebidos y ¡como lloro! Hay muchas veces que no quiero salir de mi casa y solo quiero existir. Al principio era fuerte ahora es peor, el tiempo pasa y no se detiene, pero sé que las promesas de Dios no tienen fecha de expiración. Mi esposo y yo siempre hemos sido muy unidos y eso ha sido una inmensa fortaleza para ambos, aunque hay veces que nos derrumbamos, pero juntos, nos limpiamos las lágrimas y seguimos creyendo le a Dios a pesar de lo que vemos.


Mi familia no es la más unida mi esposo, mi mamá y mi mejor amiga son los que están enterados de todo lo que me pasa y algunas amistades cercanas como Carla, que ha sido pieza clave porque ha sabido escucharme y comprenderme. También tengo una amiga que pasó el proceso y Dios le concedió tener a su hija luego de 10 años de tratamientos. Gente como esa han sido y serán pieza clave en todo este proceso. La misma ansiedad el stress todo lo que pasa en medio de este huracán afecta todo y a veces no te das cuenta. Lo importante de esto es, que sé que no ser mamá aun, no me define como mujer, soy una mujer completa amada por un Dios perfecto que ha prometido y cumplirá lo que dice en 1 de Samuel 1:27 “Por este niño oraba y Jehová me dio lo que pedí”.

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