!Cuidado en el desierto!

Cuando nos encontramos en el desierto por mucho tiempo, en espera, en enfermedad, en procesos dolorosos sentimos que para cada lugar que miramos solo hay más desierto. Este es el tiempo de cuidar nuestra esperanza. Cuando hemos caminado y caminado y no vemos que algo cambia perdemos la esperanza de que puedan llegar cosas buenas, cosas mejores, que los sueños y anhelos que tenemos se puedan realizar algún día. La desesperanza nos puede llevar a la depresión.

También es importante cuidar la ansiedad. Cuando estamos en el desierto podemos perdernos los regalos recibidos, las benidiciones, las pequeñas alegrías, los pasos que nos acercan a nuestro sueño porque solo esperamos el día que salgamos de ahí. Ese día celebraré, entonces sonreiré, ese día compartiré, entonces seré feliz.

En un tiempo solo vivía preparándome para el día que ocurriera un milagro, todos mis planes giraban alrededor de ese día, compraba o no compraba cosas pensando en eso, planificaba el año siguiente alrededor de si el milagro ocurría. No lo hacía con fe lo hacía con ansiedad. Un día, en una tienda, con una pieza de ropa en la mano sentí un susurro en mi corazón que me dijo: ¿Qué vas hacer hoy? ¿Te vas a perder la alegría de hoy?¿De comprarte esa ropa hoy? Si no vives y disfrutas este día, no sabrás disfrutar y agradecer cuando salgas de este desierto.

No hay un libro de instrucciones para poder vivir los tiempos de desierto, los tiempos de espera prolongados. Son bien difíciles, pero si de algo estoy segura es que no podemos dejar que nos tranforme de tal forma que vivamos con desesperanza o con ansiedad. La mejor forma de atravesarlos será con fe en en el futuro, pero sembrados en la bondad de Dios y su sostén hoy. Agradeciendo y viviendo totalmente presente, pero descansando en que un día saldremos del desierto y para ese momento ya Él ha hecho provisión.

Practica agradecimiento hoy.